jueves, 8 de enero de 2009

Los "Iluminados"

Entre 1870 y 1871, dos intrigantes y peligrosos conspiradores, Albert S. Pike y Giuseppe Mazzini, mantuvieron una interesante correspondencia a propósito de las actividades sectarias que ambos desarrollaban al frente de sus respectivas sociedades secretas. La carta más conocida entre ambos, por lo menos de entre las que custodia el Museo Británico de Londres según descubrió el exagente secreto británico Guy Carr, es la fechada el 15 de agosto de 1871, en la que Pike comunica a Mazzini el plan a seguir para su asalto al poder mundial por parte de los Illuminati de aquella época.
“Fomentaremos tres guerras que implicarán al mundo entero”, decía Pike. La primera buscaba un objetivo básico: echar a los zares de Rusia para apoderarse del país e implantar un sistema comunista, a fin de enfrentarlo contra el capitalismo de acuerdo con la dialéctica hegeliana. Para ello, se trataba de enfrentar a “los imperialismos británico y alemán, además de fomentar la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo” hasta desatar un enfrentamiento bélico de una magnitud y una vesania nunca antes vistas.
El mundo occidental quedaría tan agotado y destruido tras el conflicto que nadie tendría ganas de interferir en la operación “Apoderémonos-impunemente-de-Rusia”. Dicho y hecho.
La segunda guerra estaba orientada específicamente hacia “el establecimiento de un Estado soberano de Israel en Palestina”, además de consolidar una Internacional Comunista capaz de mantener el pulso con el Capitalismo. En esta ocasión, se optó por apoyar primero a diversos movimientos políticos europeos a fin de que alcanzaran el gobierno de sus respectivos países y constituyeran una serie de dictaduras férreas. Después, había que lanzar estos regímenes contra las democracias, para poder desatar la nueva catástrofe.
En efecto, las dos consecuencias más importantes de la Segunda Guerra Mundial fueron la partición de Europa –y del mundo- en dos mitades separadas simbólicamente por el Telón de Acero (una expresión cuya invención, por cierto, suele adjudicársele a Winston Churchill cuando el primero que formuló el concepto fue Joseph Goebbels) y la creación de un “hogar nacional israelí” para “evitar tragedias como la sufrida por los judíos bajo el régimen de Hitler”.
(300 fotos de la masacre nazi-sionista)
La tercera y definitiva guerra se desataría promoviendo los enfrentamientos entre el sionismo político, que contaría ya con un país propio desde donde hacerse fuerte, y los dirigentes musulmanes. Este conflicto debía orientarse “de forma tal que el Islam y el Sionismo político se destruyan mutuamente” pero un pulso tan brutal que obligara “a otras naciones a entrar en la lucha hasta agotarse física, mental, espiritual y económicamente”.

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