En el siglo XIX hicimos la revolución industrial y desde entonces las grandes corporaciones financieras mundiales se han ido adueñando del control de los recursos y de las tecnologías, hasta extender la fábrica de producción en cadena a escala global.
Su intervención ha sometido las decisiones políticas, y nuestros tradicionales métodos para organizarnos socialmente resultan claramente ineficientes para evitar la progresiva esclavización de los seres humanos y la homogeneización identitaria en torno a su sistema de valores. También para mantener la necesaria sostenibilidad del planeta.
Su intervención ha sometido las decisiones políticas, y nuestros tradicionales métodos para organizarnos socialmente resultan claramente ineficientes para evitar la progresiva esclavización de los seres humanos y la homogeneización identitaria en torno a su sistema de valores. También para mantener la necesaria sostenibilidad del planeta.
Proyectarnos individualmente y en la acción comunicativa puede posibilitarnos la construcción de una nueva identidad global socialmente organizada, libre de mitos y de necesidades ficticias. Tenemos la tecnología. Vamos a utilizarla.